(Canchallena)La obsesión de Juan Román Riquelme por la Copa Libertadores no sabe de límites. Sueña con volver a la cima de América y en esta serie final se lo nota obsesionado con el objetivo. Quiere la cuarta coronación, quiere mantener su registro de alta efectividad, porque disputó tres y las ganó todas...
El primer capítulo ante Corinthians lo encontró fastidioso y en disconformidad con el funcionamiento del equipo. Discutió bastante con el árbitro y hasta se llevó al vestuario una tarjeta amarilla. Pisoteó alguna que otra pelota por el costado y lanzó algunos pases profundos para Mouche y Clemente Rodríguez. Pero no logró aceitar el funcionamiento del mediocampo y la conexión con los de arriba. Hasta dejó de patear los córners en el segundo tiempo, y en el primer cambio de ejecutor, Mouche lanzó el envío que terminó con el gol de Roncaglia. Incluso perdió la pelota en la mitad de la cancha que desencadenó el empate de Romarinho.
Esta es una Copa especial para Román, siente que quizá pueda ser la última. Quizá por eso la vive de otra manera cuando siente el aroma a Libertadores. Cuando escucha la ovación que provoca su apellido en la Bombonera. Mostró pinceladas con un tanto en el triunfo por 2-0 sobre Zamora y aportó un gol más en el primer duelo con Unión Española, en el que Boca ganó 2-1. Pero desplegó todo su arsenal en el 3-2 ante Unión Española, en el partido de vuelta, en Chile. Allí, el N° 10 marcó su primer tanto internacional en 2012 y asistió a Insaurralde y Mouche.
Es tan especial esta Copa para Román que alcanzó dos récords: llegó a los 23 tantos en la competencia, igualando a Palermo como el más goleador del certamen; y se convirtió en el jugador de Boca con más presencias: 64 encuentros.
El romance comenzó en la Libertadores de 2000, cuando el conjunto xeneize volvió a participar de la competencia luego de seis años. De la mano de Carlos Bianchi, Riquelme comenzó a trazar sus primeros arabescos para encantar con su talento y fue en los octavos, frente a Nacional, de Ecuador, que marcó su primer gol en el certamen. Dejó en el camino a River, a América de México y en la final puso de rodillas a Palmeiras para que Boca volviera a disfrutar de la Copa después de 22 años. Y esa final Boca la empezó empatando en su casa...
En 2001, apareció en toda su dimensión en la semifinal ante Palmeiras, cuando dejó su huella en el 2-2 de la vuelta en San Pablo. Cuando terminó el certamen y Boca superó a Cruz Azul, Riquelme fue elegido como el mejor de la Copa. Tuvo que esperar unos seis años para volver a sentir esa adrenalina.
En 2007 volvió a ser la gran figura de otra hazaña americana. Con Miguel Russo como DT desplegó todo repertorio. Se puso el equipo al hombro y convirtió dos goles ante Vélez. Fue clave ante Libertad, Cúcuta y, especialmente, en la final ante Gremio.
Román quiere ponerle una estrella más a su pecho y ganar su cuarta Copa, una hazaña que disfrutará como nadie. No es fácil. Queda un capítulo más, el más importante.
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