Domínguez alternó buenas y malas en el primer tiempo y desapareció en el complemento; a cinco minutos del final pudo empatarle a Patronato y darle un punto clave a River, pero falló y dejó la cancha entre lágrimas; Cavenaghi y Trezeguet también decepcionaron
Hubo un prolongado tramo del torneo en que River, pese a jugar mal, conseguía triunfos a base de la jerarquía de su poderoso tridente ofensivo. Cavenaghi, Trezeguet y Domínguez sacaban chapa y, por sí mismos, resolvían lo que colectivamente no podía hacer el conjunto de Matías Almeyda.
Hace rato que los superhéroes volvieron a ser terrenales. Producto de la presión, cada vez mayor a medida que se acerca el desenlace, sus principales figuras mostraron una caída notable en su rendimiento. Y hoy, quizás, esa merma se expresó con mayor fuerza que nunca.
En la caída ante Patronato, Cavenaghi tuvo dos remates de gol que tapó Bértoli y Trezeguet desperdició una buena chance, también en el primer tiempo.
Pero la imagen de la desazón quedó resumida en Alejandro Domínguez. Intermitente en el primer capítulo y apagado en el segundo, tuvo en sus pies el penal que podía darle el empate a River, cuando apenas faltaban cinco minutos: un punto que le permitía salir a jugar ante Almirante Brown, en el Monumental, sin tener que prestar atención a los partidos de Instituto y Central.
Pero en el momento clave, el N°10 falló: para asegurar el tanto, remató con fuerza al medio. Y allí estuvo Bértoli, como en toda la tarde, firme para clausurar el arco de Patronato.
Y la imagen final del partido en Santa Fe lo encontró envuelto en lágrimas, consolado por pibes como Funes Mori o González Pírez.
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