Sin público, y en el Nuevo Gasómetro, perdió 2-0 ante Vélez; su situación con el descenso no es peor en esta fecha gracias a las caídas de Tigre, Olimpo y Rafaela; el Fortín se sumó a la lucha por la punta; mirá los goles. Por Claudio Mauri
01 de Abril de 2012 - 16:51
Madelón se había aislado todo lo que pudo del entorno de un club tan perturbador como destituyente, pero finalmente no consiguió sustraerse a la falta de respuestas de su equipo. Contra eso ya no pudo luchar, y menos cuando, para enfrentar a Vélez, había tomado decisiones fuertes, de esas que definen el destino de un técnico en situación límite. Le devolvió la titularidad a Migliore, sin que el sustituido Champagne tuviera más responsabilidad que el resto en la pobre campaña. Una medida que excedía lo futbolístico, ya que el arquero que regresó no es precisamente un aglutinador de voluntades en el plantel.
Sin el lesionado Bueno, el delantero que le imprimía más agresividad a un ataque anémico, Gigliotti -en agosto fue convocado por Sabella para el seleccionado local- fue titular por primera vez en el Clausura. Por la derecha apareció Buffarini, el ex Ferro que Madelón nunca tuvo como prioridad para cubrir el puesto de volante que tanto lo desveló. El resto, los más o menos habituales, los que vienen levantando más sospechas que ilusiones en los sufridos hinchas. Entre todos, poco y nada hicieron como para que la inestable situación que arrastraba Madelón no derivara en una inevitable salida. Vélez, sin varios de sus titulares de mitad de cancha hacia adelante, lo superó de manera incuestionable. Aunque el conjunto de Gareca venía de un par de resultados negativos, tiene los recursos y la tranquilidad que le faltan al Ciclón.
En el proceso autodestructivo que en San Lorenzo tiene origen en los desatinos y divisiones de la dirigencia que encabeza Abdo, hay adversidades que llegan sin avisar. Recuperado de un desgarro, ayer iba a reaparecer Bottinelli, finalmente al margen por otra lesión. Su experiencia y liderazgo para momentos críticos como el actual no se encuentran en ninguno de los jóvenes y discretos integrantes de la defensa.
La presión por la crisis que este San Lorenzo viene canalizando de forma negativa no se vio atenuada ni siquiera por la excepcionalidad de un estadio vacío. Sin gritos ni ansiedad que bajaran desde las tribunas, San Lorenzo igual no tuvo reacción. Un rendimiento como el de ayer hubiera merecido el repudio de una multitud.
Vélez no contó con el Burrito Martínez, Insúa, Zapata y Cerro, pero sus planes de contingencia tienen un contenido futbolístico bastante superior al que pueda oponer San Lorenzo. Por lo pronto, el conjunto de Gareca está en condiciones de armar una jugada con cinco o seis toques, descargas, triangulaciones. Un movimiento de este tipo por la derecha, con Canteros, Augusto Fernández y Cubero, fue el que precedió al cabezazo de Cabral para el primer gol. Iban 7 minutos y San Lorenzo ya tenía ante sí un Himalaya para el que no cuenta con buenos escaladores. Si hay un jugador que retrata esta pobre y preocupante actualidad del Ciclón es Ortigoza, quizás el refuerzo más importante de las últimas dos temporadas. En el que había depositadas más esperanzas para que asumiera la conducción del juego. Ayer ni se vio. Lento, regaló las pocas pelotas que tocó. Lo mal que habrá estado que a Madelón no le quedó más remedio que reemplazarlo.
Vélez se afirmó en la solidez de Ortiz, un zaguero que rara vez se desconcentra. San Lorenzo atacaba poco y mal, incapaz de ser profundo. Sólo estuvo cerca del gol cuando un centro de Buffarini casi lo mete en contra Domínguez.
Romagnoli se fue desinflando, víctima de las escasas reservas físicas que lo condicionan. Salgueiro y Gigliotti no se juntaron nunca; cada uno por su lado para no ir a ninguna parte.
Vélez se veía tan cómodo y aliviado que se demoraba en rematar el partido. Por momentos, le faltó adornarse un poco menos con la circulación de la pelota para ser más resolutivo, como lo fue el electrizante Bella, con un zurdazo imponente desde fuera del área.
A Madelón tampoco le funcionaron las rectificaciones con Bazán, Chávez y Méndez. Hasta Kalinski, lo más rescatable en el primer tiempo, se desorientó. Madelón, que siempre quiso mantener la cabeza fría, le tocó despedirse ante uno de los equipos más racionales de la Argentina.
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